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Familia y empresa: ¿amores incompatibles
Autor
 Jesús Ginés Ortega

 

Conferencia Asamblea de USEC 21 de Agosto 2002
Jesús Ginés Ortega
Director del Instituto de la Familia, BERIT


FAMILIA Y EMPRESA ¿amores incompatibles?


Planteando el tema.- 

En general distinguimos dos mundos que nos afectan a todos; el del lugar de donde somos y vivimos y el del lugar más o menos permanente en que trabajamos. Mientras en el primero nacemos, vivimos y seguramente nos moriremos, en el segundo, por largo que sea el tiempo, solamente transitamos; por unos años y por un espacio de tiempo al dia, a la semana y al año. Mientras la familia es siempre una, las empresas pueden ser varias. 

Es indudable que ambos espacios nos afectan, distinguimos bien entre lo que es natural y lo que es artificial. La familia pertenece al primer orden; la empresa al segundo. Pero en uno y otro caso el hombre y la mujer ven transcurrir su vida de modo humano, vale decir en medio de afectos y desafectos. Mientras los afectos de la familia parecen plenamente naturales, los de la empresa parecieran ser más bien artificiales, temporales, contingentes.

Siendo la una y la otra (familia y empresa) habitáculos del hombre, ¿podemos asegurar que son para él mismo amores compatibles o más bien se clasifican como amores sucesivos, paralelos y a veces antitéticos? ¿Es realmente natural que el hombre se enamore de su trabajo como puede estarlo de su familia? ¿Es realmente compatible esta dualidad de afectos? ¿En qué medida el amor de familia favorece el amor de la empresa? ¿En qué medida el amor de la empresa favorece el amor de familia?

Más allá de cualquier reflexión teórica, que derive de la naturaleza social, ética, espiritual y trascendente del hombre, habrá que acercarse a la experiencia empírica de familias y empresas para tratar de responder las anteriores preguntas. Y es de esta misma experiencia de donde podremos deducir algunas conclusiones prácticas que hagan más atractiva nuestra reflexión de hoy.

1.- Identidad y diferenciación de familia y trabajo

Históricamente ha habido dos formas de abordar el trabajo del hombre y la mujer: o como una prolongación natural de la vida familiar -la empresa familiar- o bien como una actividad totalmente diferente de ella, en un lugar y en un tiempo totalmente ajenos al hogar. En este segundo caso, las personas que integran el trabajo poco o nada tienen que ver con el entorno social y afectivo de la familia.

En la historia de los pueblos, prácticamente hasta la revolución industrial de los últimos dos siglos, trabajo y familia se identificaban. Las empresas eran esencialmente agrupaciones familiares de trabajo, por lo que la interacción de roles era siempre indiscutible. El padre era, al mismo tiempo, el maestro y los hijos los oficiales o aprendices. La madre y las hijas, en el mejor de los casos, cumplían función administrativa y de servicios múltiples al personal.

Cuando la empresa empieza a constituirse fuera del hogar y sobre todo cuando se agiganta en su compleja organización de producción, administración y comercialización, el desplazamiento de roles y de afectos tienden a desintegrar a los hombres y mujeres que comienzan a intervenir como agregados al nuevo grupo humano que deja de ser familiar y pasa a ser profesional o laboral. La una y la otra comienzan a tomar distancia, afectando al hombre y la mujer en sus relaciones y por lo tanto en sus afectos e intereses, siendo una de las primeras consecuencias el que el trabajo se vea disminuido del afecto y el afecto privado del trabajo.

Entre ambos modos de hacer empresa surgen naturalmente dos modos de relacionar trabajo y familia. Mientras en el primero- la familia- los objetivos y los roles interactúan siempre, en el segundo, ni los objetivos ni los roles tienen por qué identificarse. Puede ocurrir fácilmente que el jefe de hogar pase a ser junior en la empresa o también que el hijo que vive aún en el hogar paterno venga a cumplir función directiva en la empresa.

Desde el punto de vista de la eficiencia empresarial, ninguno de los dos modelos es de por sí mejor que el otro. Lo único que hará eficiente a cualquiera de los modelos, es que resulten eficaces en términos de objetivos, de medios y de fines, o dicho en forma más concreta, en la medida en que los beneficios que se obtengan para los participantes sean mejores y más persistentes.

2.- De la unidad a la oposición

Mientras la historia de la familia ha tendido a mantener una cierta unidad nuclear, perdiendo su carácter tribal o amplia, la historia de la empresa industrial ha tendido en cierto modo a sustituir la tribu o la familia extendida, llevando a las personas a una forma de agrupación forzada por el propósito productivo o de servicios. El resultado de esta disminución por el lado de la familia y de esta ampliación por parte de la empresa ha sido bastante impactante para la vida social. Al perder la familia sus estructura empresarial, disminuyó también su importancia afectiva. Y al perder de vista la empresa su origen familiar, se fue convirtiendo en un ente frío, racional y material encaminado más al producto o al servicio externo, por sobre la integración afectiva de las personas. La familia dejó de ser empresa y se jibarizó. La empresa se olvidó de su origen familiar y se deshumanizó.

En el amplio mercado de los hombres de todos los tiempos podremos encontrar dos posturas realmente antitéticas: La de los que aseguran que “no hay que mezclar los problemas personales con los de la empresa” (separación total) y los que aseguran que “solamente se da una buena empresa cuando los trabajadores la sienten como su propia familia”. La primera postura corresponde a la visión más materialista - mecanicista, mientras la segunda correspondería a una visión integracionista o afectivamente vinculante. La primera es la que ha prevalecido en Occidente, mientras la segunda ha sido más desarrollada en Oriente. Una reflexión científica al respecto puede verse en la clásica obra de William Ouchi, La Teoría Z.

¿Cuál de las dos formas debiera preferirse? ¿Cuál de ellas prevalecerá en el futuro? ¿Debe realmente prevalecer una sobre otra por razón de perfección humana? ¿Qué dice la ciencia? ¿Qué dice la experiencia? ¿Hay connotaciones de carácter psicológico, filosófico, ético que estén involucradas en el tema?

3.- Algunas bases filosóficas, psicológicas y éticas

Todo lo que el ser humano realiza en plena conciencia, es decir con racionalidad y naturalidad tiende obviamente al bien, a la verdad y a la unidad. Sería absurdo pensar que un hombre intelectualmente bien dotado, deje de buscar en sus acciones un camino hacia la verdad. Y la verdad principal del hombre es la comprensión adecuada de sí mismo y de su entorno. Su inteligencia lo lleva a perseguir en su persona y en su ambiente físico y humano el mejor y más adecuado conocimiento de las cosas. Para obtenerlo es preciso que el hombre aplique sus cinco sentidos a lo que le rodea, buscando en todo la razón de ser de las cosas, para obtener así la satisfacción o bien que es connatural a ellas. Es lo que podríamos llamar el principio metafísico de operación de todo ser humano inteligente al contemplar, sentir y gustar el mundo que le rodea.

Desde el aire que respira, el alimento que le satisface, la actividad física que le robustece y la contemplación de los seres creados que le hace sentirse bien con ellos, el hombre actúa sin parar, trabaja, crea, construye, organiza y defiende desde las cosas más elementales como el alimento, hasta las más espirituales como el arte y la poesía, el amor a la naturaleza y por sobre todo el amor a las personas en la amistad. Ya santo Tomás había enunciado en maravillosa síntesis antropológica las tres grandes aspiraciones del hombre: el alimento, la salud y el amor. En su proceso de descubrimiento y apropiación del bien de las cosas y de las personas, el hombre tiende a realizar cada vez nuevas y mejores síntesis que le permitan elevarse más y más sobre sí mismo. El anhelo del hombre por el conocimiento, por el bien y por la humanidad son, prácticamente, insaciables. Y es esa insaciabilidad, la que le impele cada día a crear nuevos objetos, a buscar nuevos servicios, a ampliar nuevos horizontes, los que se le presentan en un mundo donde la igual condición de otros innumerables seres humanos participan de idéntico anhelo y por lo tanto se encuentran orientados al mismo destino. Este es el trabajo tanto físico como intelectual. Para ahondar en esta argumentación es bueno leer a Michael Novack en El espíritu del capitalismo.

La metafísica se convierte muy rápidamente en ética, cuando el pensamiento y la experiencia personal y social del bien se hacen prácticas, que no otra cosa es la moral o ética sino la ciencia que sirve al hombre para vivir bien en conjunto con los demás. Es esta la que asegura al hombre que su fin es la felicidad tanto personal como social o colectiva, la que con toda naturalidad consigue en la familia, como entidad sustancialmente social, en su expresión más reducida, por lo que se conoce a esta como célula o núcleo de toda vida social

También nos enseña la filosofía en su vertiente psicológica y con mayor razón aún la teología cristiana, que el hombre y la mujer tienen como destino conjunto el amor mutuo, ya se exprese este en el amplio sentido de amistad o en el más integrante e integrador del amor conyugal, al que tienden naturalmente el hombre y la mujer maduros.

La mujer y el hombre realizan ciertamente muchas actividades que no tienen que ver necesariamente con lo que llamamos “familia”, como es el trabajo, la recreación o el desarrollo de innumerables actividades económicas, políticas, culturales o religiosas. Pero, es indudablemente en la familia, donde el hombre y la mujer sitúan el centro neurálgico de sus actividades, el lugar natural desde el que se alimentan todas las otras relaciones. Si reducimos el pensamiento a términos empresariales, podremos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la familia es para el hombre y la mujer, la empresa por antonomasia, la principal de las empresas o emprendimientos de su vida. Y como contraparte de este axioma, podemos lógicamente afirmar que aquella empresa que mejor se asemeje a la familia natural, es la que humanamente será más eficaz y exitosa.

Es en este sentido que debemos abordar este estudio con algunas reflexiones esenciales al tema familiar. ¿Cómo es esta empresa - familia? ¿Cómo es esta familia - empresa? ¿Cómo se crea, se mantiene y se potencia? ¿Cómo obtenemos de ella los máximos beneficios para todos sus actores, con los menores costos posibles? ¿Quiénes son los proveedores, los clientes, los accionistas y los gestores o trabajadores directos de esta empresa tan importante para el hombre y la mujer de todos los tiempos.?

4.- La preparación para ser creador de la primera empresa: la familia

Me refiero, naturalmente, a la primera de las empresas del hombre, que es su propia familia. Porque, para la otra, para la empresa estrictamente material, nos preparamos en general desde que escogemos un arte u oficio, estudiamos una carrera clásica o dedicamos un largo tiempo a capacitarnos y habilitarnos para una profesión u oficio.

La juventud, cuando ya se encuentra en edad propicia para formar familia, suele estar al mismo tiempo preparándose para la vida laboral, interviene en la vida cultural y estima sobremanera la cultura física y el entretenimiento múltiple. ¿Qué lugar ocupa para ella la preparación a la vida conyugal, la disposición a convertirse en padre y madre, la capacitación para construir un hogar?

Estas son algunas de las reflexiones o simples interrogantes que se nos vienen a la mente, cuando proponemos a los jóvenes, que se dispongan a preparar tan importante decisión que marcará en adelante sus vidas. Prepararse al matrimonio, por razones similares a prepararse para ejercer una profesión o comprometerse en un buen negocio.

Y, es indudable que a nadie le gustaría fracasar en algo de tanta trascendencia. ¿Por qué no intentar una preparación que permita abordar esta empresa con conocimientos, técnicas y ejercicio práctico de habilidades que puedan concurrir al éxito que se busca? ¿Es posible tener éxito en tan importante negocio o empresa?. Yo creo que esto es totalmente posible.

5.- El ideal empresarial se identifica con el ideal de una familia

Sin que esta afirmación implique una lógica unívoca de conceptos, podemos asegurar que en general se pueden subrayar ciertas líneas de analogía que harán exitosa a una empresa si admite en su seno los principales valores y fortalezas de una buena familia. Destaquemos algunos de estos, a modo de ejemplo y como línea de posibles investigaciones empíricas: La autoridad, la hogarización, la fraternidad, la ubicuidad, los premios y los castigos.-

a.- La autoridad o liderazgo.- Como en toda familia, en toda empresa grande o pequeña, el tema de la autoridad es fundamental. Sin autoridad es muy difícil la unidad de propósitos, la subordinación de tareas y el cumplimiento de metas. Sin autoridad no puede esperarse sino anarquía, desorden, pérdida de tiempo y de recursos, entre otras muchas fragilidades.
En el concepto mismo de autor y su secuencia autoridad, la idea de paternidad y maternidad se encuentran enraizadas. No hay verdadera autoridad que no sea al mismo tiempo fecunda, creadora, ni creación que no provenga de alguien capaz de engendrar, sostener y proyectar vida.

La autoridad en la casa como en la empresa dice relación a la creación y promoción del trabajo, al liderazgo que abre caminos, señala sendas, entusiasma a los que le siguen, se convierte en modelo y juzga adecuadamente lo que hay que hacer.

La virtud más propia de la autoridad, dirá Aristóteles es la prudencia, que es el buen juicio para discernir en cada momento lo que es bueno y lo que es malo para la familia o la empresa.

Autoridad viene a traducirse también por paternidad. Autor y padre son una misma cosa. Una y otro van más allá de un género determinado, ya que en determinadas circunstancias pueden sustituirse por alguien que reúne las condiciones, aunque no coincida con el orden de precedencia que otorga el tiempo. Joven o anciano, el que ejerce paternidad lo hace desde la misma plataforma de liderazgo atractivo y contagioso, que da seguridad y confianza.

b.- La ambientación de hogar.- La creación de lo que conocemos como hogar familiar es mucho más que el espacio digno de una casa o empresa. Así como distinguimos, sin duda lo que es una residencia de lo que es un hogar, igualmente advertiremos la gran diferencia que existe entre el espacio humano de una empresa o un galpón funcional, frío, neutro. No es lo mismo un espacio destinado a estar, que el de un lugar dispuesto para la armonía, la acogida, el encuentro grato y cálido, igualmente aceptable para personas de distinta edad, condición social o distinto sexo.

Tanto la empresa como la casa familiar contribuyen con su entorno bien dispuesto a desarrollar este espíritu que acompaña al hombre en su desempeño cotidiano. No es fruto de las normas, ni es resultado de sofisticadas combinaciones económicas y sociales. El ambiente de hogar solamente lo logran los que combinan bien los oficios de padre y madre, de hermanos y de parientes bien avenidos. Cuando en la empresa trabajan mujeres y hombres no podrá dejarse de lado esta diferente visión del espacio y del tiempo que hombres y mujeres tienen y que reflejan naturalmente en su propio hogar. Una empresa de hombres y mujeres que no tenga en cuenta esta simple condición del espacio y del tiempo no llegará nunca a constituirse en una verdadera familia.

¿Es posible que una empresa seria, eficiente pueda adquirir esta característica aparentemente sensible? Habría que preguntarse más bien al revés: ¿Puede una empresa que no tenga en cuenta la sensibilidad llegar a obtener el principal de los éxitos que es la satisfacción más plena de sus participantes?

c.- La fraternidad.- Aunque la palabra tenga una fuerte connotación moral y religiosa, la empresa que verdaderamente quiera alcanzar rangos de humanidad, no debiera descuidar el cuidado de esta meta: lograr que los trabajadores, administrativos y auxiliares se sientan de alguna manera vinculados afectivamente en una relación de mutuo apoyo y defensa.

La fraternidad se produce a partir de una auténtica paternidad. No surge por generación espontánea, por lo que este espíritu solamente será posible, si desde la dirección se establecen vínculos que conduzcan al trato igualitario en la dignidad, aunque diferenciado por responsabilidad y función. Si en la vida familiar, el conjunto actúa como un todo en proyección y defensa de cada uno, igualmente en la empresa fraternalmente solidaria debiera darse algo similar. Como en la familia, en la empresa tambien opera el sistema. Si todo el sistema está impregnado de cordialidad, cad uno de los miembros se ejercitará y pondrá a disposici´´on de los otros similares actitudes y comportamientos.

d.- Motivaciones y estímulos.-Todo en la familia funciona sobre la base lógica de las motivaciones, que mueven la inteligencia y los estímulos que facilitan la libre actuación de los miembros. Un papá y una mamá que saben dialogar bien con sus hijos, teniendo siempre en cuenta las diferencias de edad y las circunstancias de cada caso, obtendrán los mejores resultados en recompensa. 

Asimismo, un buen sistema de estímulos, premios y a veces castigos, cuando sean imprescindibles, llevarán a una convivencia dinámica y fecunda.

En materia de motivación y estímulo, guardando las proporciones, hay mucho que puede aprender la empresa desde la familia.


e.- La seguridad en la pertenencia.- Todo ser humano aspira indudablemente a un cierto grado de seguridad tanto física como psicológica y espiritual. Es lo que normalmente obtenemos de nuestra propia familia, donde mutuamente nos sostenemos en la esperanza de una mejor existencia de todos y cada uno de los integrantes.

No debiera ser de otro modo en la empresa, donde las voluntades de los miembros asociados buscan igualmente una satisfacción en su trabajo, un bienestar para sus vidas y una cierta búsqueda de relación estable en su tarea cotidiana. En este sentido es muy sabia la tradición de las antiguos empresarios japonesas cuya estructura familiar era por lo demás explícita, representadas en el modelo de la Mitsui, donde se destaca como uno de los grandes valores, el de la permanencia en el trabajo, “hasta que la muerte lo separe”. Nada de pensar en jubilar, en el ocio, salvo en caso de enfermedad permanente. Vivir y morir en la empresa era una de las consignas sagradas de la filosofía laboral nipona. 

Así como un hijo nunca será despedido de su casa, algo similar debiera establecerse en toda empresa con características de familia. Nunca al padre se le priva de su puesto de veneración, aunque los hijos o la madre deban suplantarlo en tareas de conducción o administración. Ni siquiera la incapacidad física o mental hacen que una familia renuncie a los suyos. Es aquí donde parece más difícil identificar ambos modelos de sociedad humana. Lo que en la familia natural aparece como evidente, en la empresa productiva o de servicio resulta más complicado. Sin embargo, en uno y otro caso, el hombre y la mujer son los mismos. 

En todo caso hay aquí un buen trabajo de investigación y de proyección creativa. Podemos, de todos modos asegurar que el axioma del inicio es perfectamente viable. Cuanto más se parezca la empresa a la familia, será más humana, más racional y por lo mismo más perfecta.

ANEXO

MITSUI, LA PRIMERA EMPRESA FAMILIAR
Código de ética de la empresa japonesa, Año 1674

Por su actualidad en los grandes valores del trabajo, la relación armoniosa de la familia y el sentido espiritual de la actividad laboral bajo la perspectiva de la familia, he aquí los trece artículos del que podría ser el primer Código de ética de una empresa.

1.- Los miembros de la familia deben tratarse mutuamente con gran cariño y ternura. Las contiendas entre parientes acarrean la ruina de la familia entera.

2.- No aumentar innecesariamente el número de las familias de la Casa. Todo tiene sus límites. El extenderse demasiado, que suele ser apetecible, será causa de confusión y de dificultades.

3.- La frugal economía enriquece la Casa, mientras que el lujo arruina a los hombres. Practicad la primera y huíd del segundo. Esa ha de ser la base permanente de la prosperidad y perpetuidad de nuestra Casa.

4.- Tanto en vuestros matrimonios como en los préstamos y las fianzas, obrad siempre de acuerdo con lo que determine el Consejo de Familia.

5.- Separad cierta cantidad de los ingresos anuales y repartídlos proporcionalmente entre los miembros de la Casa.

6.- La vida laborable de un hombre dura tanto como la suya propia. Por lo tanto, si no hay fuerte razón para ello, no busqueis las comodidades y fácil vida del retiro.

7.- Que se manden a la oficina central para su revisión todas las relaciones del estado de las sucursales; tened siempre en orden vuestros asuntos económicos y que no haya desaveniencias.

8.- Lo esencial en toda empresa consiste en emplear personas de competencia y aprovecharse de su talento. Separad a los viejos y decrépitos y poned en su lugar jóvenes inteligentes y activos.

9.- Si se atiende a muchas cosas, la caída es segura. Nuestra Casa tiene sus propias empresas que dan amplio lugar para el trabajo de la vida de un hombre. No os mezcléis en asuntos de otros.

10.- Quien no sabe, no puede mandar. Que vuestros hijos comiencen como aprendices, para que gradualmente vayan aprendiendo los secretos de la marcha de los negocios y luego que vayan a practicar los conocimientos adquiridos en las sucursales.

11.- En todas las cosas es absolutamente necesario ser profundos en el juicio, pero especialmente lo es en las empresas comerciales y financieras. No olvidéis que un pequeño sacrificio en el dia de hoy es preferible a una gran pérdida en el futuro.

12.- Los miembros de la Casa deben ser precavidos y aconsejarse mutuamente para obrar con acierto. Si entre vosotros saliera alguien que no obrara razonablemente, tratadle conforme a lo que acuerde el Consejo de Familia.

13.- Vosotros que habéis nacido en la tierra de los Dioses, adoradlos; reverenciad a vuestro Emperador, amad a vuestro país y cumplid vuestro deber como súbditos.
 
 Fuente:

es.catholic.net

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