Regresar
Juan Pablo II. El Papa de la Familia
Autor
P. Mariano Esteban Caro

  A FAMILIA DE KAROL WOJTYLA

Karol Jósef (Lolús, en familia; Lolek, para sus amigos), hijo de Karol Wojtyla y de Emilia Kaczorowska, hermano menor de Edmund, nació en Wadowice (Polonia) el 18 de mayo de 1920. Cuando tenía 8 años, en 1929, muere su madre. En la primavera de 1939 escribió un poema sobre la Sepultura Blanca de su madre: “Oh, ¿cuántos años han pasado?/ Sin Ti ¡Cuántos años!”. Su hermano Edmund, médico subdirector de un centro hospitalario, murió en 1932 contagiado por sus pacientes; Karol tenía 11 años.

Pero el golpe más fuerte fue la muerte de su padre el 18 de febrero de 1941. Karol no había cumplido 21 años. La figura de su padre fue decisiva para él. Hablando de su primera juventud, decía en 1994 el Papa Wojtyla: “Recuerdo que, un día, mi padre me dio un libro de oraciones en el que se encontraba la Oración al Espíritu Santo. Me dijo que la rezara cada día. Por eso, desde aquel momento procuro hacerlo…Pienso que aquí tuvieron un papel esencial las palabras de mi padre, porque me orientaron a que fuera un verdadero adorador de Dios, me orientaron a que procurara pertenecer a sus verdaderos adoradores, a aquellos que Le adoran en Espíritu y verdad”. Y añade: “Encontré la Iglesia como comunidad de salvación” (Cruzando el Umbral de la Esperanza, página 148). En alguna ocasión declaró que la muerte de su padre había sido decisiva para darse cuenta de cuál era su verdadero camino.

El Papa Benedicto XVI se ha referido en varias ocasiones al sufrimiento y al dolor en la vida de Karol Wojtyla: “la palabra “cruz” no fue sólo una palabra. Desde su infancia y su juventud experimentó el dolor y la muerte” (Homilía de la misa en sufragio de Juan Pablo II, 2 de abril de 2007). “Desde niño, Karol Wojtyla había experimentado la verdad de estas palabras, encontrando la cruz a lo largo de su camino, en su familia y en su pueblo” (Homilía de la misa en sufragio de Juan Pablo II, 2 de abril de 2008). Estas tragedias le moldearon como hombre y como sacerdote. Hablaba de ellas a menudo en privado, especialmente de la punzante sensación de soledad que experimentó al morir su padre. Karol Wojtyla fue dado a la contemplación, con una gran capacidad de concentración, de gran actividad y muy trabajador; deportista toda su vida: parece que llegó a esquiar hasta 1994, siendo Papa. Obrero manual en una cantera de piedra caliza desde 1940, vivió en la dura pobreza. Karol Jósef Wojtyla es fruto de grandes tragedias personales, de sufrimiento y soledad, ya que perdió a toda su familia antes de cumplir 21 años. Pero siempre fue un hombre libre y transparente, de actitud abierta y franca.


KARL WOJTYLA, SOLO ANTE LA VIDA

Karol Wojtyla se había quedado solo. Todos los miembros de su familia habían muerto. Pero encontró la gran familia que es la Iglesia, como “comunidad de salvación”. Es la “buena nueva de la familia” para los que se han quedado solos en el mundo: “A los que no tienen una familia natural, hay que abrirles todavía más las puertas de la gran familia, que es la Iglesia, la cual se concreta a su vez en la familia diocesana y parroquial, en las comunidades eclesiales de base o en los movimientos apostólicos. Nadie se sienta sin familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia para todos”. ¿Está reflejando Juan Pablo II en este texto de su Exhortación Apostólica sobre la Familia (FC 85) su propia vivencia? El joven Wojtyla vivió la falta de su familia, comunidad de vida y amor. Pero esto hizo que se integrara con todo su ser en la gran familia de los hijos de Dios, que es la Iglesia. Hombre de gran bondad y muy efusivo, de carácter entrañable y de fácil contacto directo, de persona a persona, sus amigos llegaron a ser también su familia.

Durante toda su vida mantuvo un recuerdo muy vivo de su familia. El día 16 de junio de 1999, visitando Wadowice, en la homilía de la Celebración de la Palabra, decía Karol Wojtyla: “Con afecto filial beso el umbral de mi casa natal, expresando a la divina Providencia la gratitud por el don de la vida, transmitida por mis queridos padres, por el calor del hogar, por el amor de mis seres queridos, que me daba un gran sentido de seguridad y fuerza, incluso cuando había que afrontar la experiencia de la muerte y los apuros de la vida diaria en tiempos difíciles”. En 1994, en la Carta del Jueves Santo a los Sacerdotes se siente personalmente implicado en la oración por sus padres: “Debemos la vida a nuestros padres y con ellos tenemos una deuda constante de gratitud. Con ellos, tanto si viven como si ya pasaron a la eternidad, estamos unidos por un estrecho vínculo que el tiempo no puede destruir”. Merece la pena destacar una frase del Cardenal Zziwisz: “La comunidad de vida y amor que se alcanza en la familia -en opinión de Juan Pablo II- no termina el día de la muerte, permanece en el misterio de la comunión de los santos, que –tenemos derecho a hablar así- tiene el carácter de familia” (Conferencia en Valencia-España, 7 de julio de 2006).


UN GRAN APÓSTOL DE LA FAMILIA

El día 1 de noviembre de 1946 es ordenado sacerdote. En 1948 se doctoró en Teología en el Instituto Angelicum de Roma, bajo la dirección del profesor Réginald Garrigou-Lagrange. Su tesis tenía como título “La Doctrina de la Fe en San Juan de la Cruz”. Escrita en latín, consta de cinco partes y 280 páginas. En 1953, en la universidad Jagelloniana de Cracovia, presentaba su tesis doctoral sobre Max Scheler. Da clases de ética social en el seminario diocesano de Cracovia y en 1954 llega a ser catedrático director del Departamento de Ética Filosófica de la Universidad Católica de Lublin. El día 4 de julio de 1958 es nombrado obispo auxiliar de Cracovia y el 13 de enero de 1964, arzobispo de la misma diócesis, siendo creado Cardenal el 26 de junio de 1967. El día 16 de octubre de 1978 fue elegido Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro. Murió el día 2 de abril de 2005.

Durante todas estas etapas de su vida, Karol Wojtyla fue un verdadero apóstol de la familia y de la vida. Pastor dedicado por entero a la familia y a la defensa de la vida, le definen quienes le conocen tan bien como, Stanislaw Dziwisz, que le acompañó durante cuarenta años: a esta responsabilidad –dice el hoy Cardenal de Cracovia- dedicó “toda su capacidad intelectual y todo su corazón”. El mismo Juan Pablo II en la Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo de 1994, decía: “La pastoral familiar -lo sé por mi experiencia personal- constituye en cierto modo la quinta esencia de la actividad de los sacerdotes a cualquier nivel”.

Como Sacerdote, ya en sus tiempos de coadjutor, trabajaba con los monaguillos y sus familias. Siempre mantuvo un trato entrañable con todas las familias de cualquier clase social. El libro Amor y Responsabilidad (1960) es fruto de las charlas y meditaciones, que dio a tantas familias en aquellos años: el tema del libro es el amor, sobre todo, el amor entre hombre y mujer. Aunque en sus primeras ediciones fueron publicadas con seudónimo, Karol Wojtyla es el autor de La Tienda del Joyero y de una segunda obra titulada La luz de la paternidad. En 1969 por fin se completa la obra principal de Karol Wojtyla Persona y Acción.

El sacerdote Karol Wojtyla dedicó mucho tiempo y trabajo a la pastoral con los jóvenes. Estaba convencido de que la buena marcha de una familia depende de la formación que los esposos hubieran recibido de jóvenes. Esta idea la confirmó el mismo Karol Wojtyla, ya Juan Pablo II: “Hay que preparar a los jóvenes para el matrimonio, hay que enseñarles el amor…Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar el amor humano. Éste es uno de los temas fundamentales sobre el que centré mi sacerdocio”. Y refiriéndose a su ministerio como obispo de Roma manifiesta “que todos los párrocos de Roma saben que las visitas a las parroquias deben concluir con un encuentro del Obispo de Roma con los jóvenes. Y no solamente en Roma, sino en cualquier parte a la que el Papa vaya busca a los jóvenes, y en todas partes es buscado por los jóvenes” (Cruzando el Umbral de la Esperanza, página 133).

Ya antes de que la Conferencia Episcopal de Polonia propusiera la organización de cursos de preparación al matrimonio, él venía trabajando en ese campo, a veces de manera informal, aprovechando las vacaciones y las excursiones por las montañas y salidas al campo. Al “tío Karol” las parejas le invitaban continuamente a casarlos, pues entre ellos corría la idea de que los que habían sido preparados y casados por él se mantenían felices y fieles en su matrimonio. Proseguía la amistad con las parejas que había casado. Los visitaba en su casa, bautizaba a sus hijos, organizando reuniones de formación. En su trabajo en la pastoral familiar contó, sobre todo, su profunda convicción del papel tan importante que juega la familia en la Iglesia

Como Obispo en Cracovia, en las visitas pastorales a las parroquias, tenía la costumbre de bendecir a los matrimonios en una ceremonia en que participaban los hijos y los demás miembros de la familia. Siempre animaba a los matrimonios para que en los aniversarios de su boda se celebrara la santa misa y comulgaran. Asimismo participaba en la renovación de las promesas matrimoniales, que se organizaban en las parroquias. Esta práctica la conservó en muchos de sus viajes apostólicos. Participaba en peregrinaciones organizadas por las familias: celebraba la santa misa, siendo famosas sus homilías.

Impulsó en cada parroquia la creación de consultorios para las familias, con servicios de ayuda psicológica y pedagógica. El obispo Wojtyla creó en la curia el departamento de pastoral familiar; fundó el Instituto para la Familia en el año 1960 , que con el tiempo se transformó en autónomo como Studium dentro de la Universidad Pontificia de Teología de Cracovia, abierto a alumnos de todo tipo: laicos, sacerdotes y religiosos. Tenía gran facilidad para unir a mucha gente en el trabajo a favor de la vida: teólogos, médicos, personal sanitario, maestros, educadores y diferentes organismos. Muy estimado por los profesionales de la medicina, sistemáticamente organizaba encuentros formativos para médicos. Del aborto habló siempre con gran valentía.

Organizó también residencias para madres solteras: en ellas la mujer que esperaba un hijo y se encontraba en difícil situación, sin tener en cuenta su manera de pensar o su religión, podía encontrar la ayuda adecuada. Allí tenía la posibilidad de residir durante un año después de dar a luz: era la Operación S.O.S. cardenal Wojtyla para ayudar a las madres que decidieran renunciar al aborto. También fundó los Grupos de Matrimonios “Humanae Vitae.”

Fue muy intensa su actividad en el Concilio Vaticano II, llegando a formar parte de la comisión teológica encargada de dar una nueva redacción a la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo. En 1972 se publica el libro de Karol Wojtyla sobre el Concilio titulado En las fuentes de la renovación. Hay que recordar cómo en la Congregación General 52ª, de 21 de octubre de 1963, intervenía Mons. Karol Wojtyla, manifestando su adhesión de todo corazón a los que habían intervenido en el Aula Conciliar para apoyar la importancia de la familia cristiana en la estructura del Pueblo de Dios y añadía: “no sin fundamento, en la antigüedad la familia fue llamada “iglesia” por algunos” (Acta Synodalia S. C. O. Vaticani Secundi, vol. II, Pars III, pg. 157).


EL PAPA PEREGRINO DE LA FAMILIA

Elegido sucesor de San Pedro el día 16 de octubre de 1978, con el nombre de Juan Pablo II, comenzó solemnemente su ministerio petrino el día 22 siguiente. El día 30 de octubre de 1978, tuvo su primer encuentro con las familias. Comenzó su discurso con estas palabras: “Es siempre una alegría para el Papa encontrarse con padres y madres de familia, muy conscientes de sus responsabilidades de educadores cristianos”. Volvía a reencontrarse con la familia, una realidad, por muchas razones tan querida para él, y un campo pastoral en el que tanto había trabajado. El mismo Juan Pablo II decía en 1994: “Siendo aún joven sacerdote aprendí a amar el amor humano. Éste es uno de los temas fundamentales sobre el que centré mi sacerdocio, mi ministerio desde el púlpito, en el confesonario, y también a través de la palabra escrita” (Cruzando el Umbral de la Esperanza, página 133).

Juan Pablo II ha publicado dos documentos dedicados en su totalidad a la familia: la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual (22 de noviembre de 1981) y la Carta a Las Familias (2 de febrero de 1994, Año de la Familia). También en otros documentos Juan Pablo II trató ampliamente temas familiares: El 31 de marzo de 1985, Año internacional de la Juventud, publicó su Carta a los Jóvenes; y el día de la Asunción de la Virgen María de 1988, la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, sobre la dignidad y la vocación de la mujer. Del 13 de diciembre del año 1994, es la Carta a los Niños. El 25 de marzo de 1995 se hacía pública la Encíclica Evangelium Vitae, sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana. El 29 de junio de 1995 escribió su Carta a las Mujeres (“a cada una de vosotras”). La Carta a los Ancianos es del 1 de octubre de 1999. El día 22 de octubre de 1983 la Santa Sede hacía pública la Carta de los Derechos de la Familia, correspondiendo al deseo de los obispos reunidos en el Sínodo de 1980.

El 9 de mayo de 1992 el Papa Juan Pablo II creó el Consejo Pontificio para la Familia, mediante el Motu Proprio “Familia a Deo Instituta”. El día 6 de junio de 1993, en la Plaza de San Pedo, el Papa anunció la celebración del Año de la Familia, desde la fiesta de la Sagrada Familia de 1993 hasta la misma fiesta de 1994. El Instituto Universitario Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia fue fundado por Juan Pablo II en 1981. Tiene su sede central en Roma, anexo a la Universidad Pontificia Lateranense, y secciones en Norteamérica, México, Valencia-España, Brasil, Benin, India, Australia y Austria. La organización de los Encuentros Mundiales de las familias pasó a ser responsabilidad del Consejo Pontificio para la Familia desde 1994.

De las 1160 Audiencias generales de Juan Pablo II a lo largo de su pontificado, a las que asistieron 17.600.000 peregrinos, muchas de ellas están dedicadas monográficamente a temas matrimoniales y familiares, así como innumerables meditaciones en el rezo del Ángelus. Todos los años el Papa pronunciaba un discurso ante la Asamblea del Consejo Pontificio para la Familia e igualmente ante los miembros de la Rota Romana, además de los discursos a organizaciones civiles y eclesiales relacionadas con la familia. Y sobre todo, los discursos a los grupos de obispos diocesanos de todo el mundo, que cada cinco años deben presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de sus diócesis y venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles: en la mayoría de estas alocuciones hay una parte importante dedicada al matrimonio, a la familia y a la defensa de la vida; en ellas el Papa señala los problemas y ofrece a los obispos líneas de actuación pastoral. De gran interés son las homilías de las misas para las familias, que Juan Pablo II celebró en Roma o en otras poblaciones en un gran número de sus 250 viajes apostólicos por Italia (146) o fuera de este país (104). Juan Pablo II recorrió los caminos de la Iglesia universal anunciando
el Evangelio de la Familia, que en sí misma es Camino de la Iglesia-Familia de los hijos de Dios y Familia de familias.

El Papa Benedicto XVI, al referirse a su predecesor, nos abre el camino para seguir a Juan Pablo II, que recorrió el mundo, anunciando el evangelio de la familia: “Soy testigo, junto con toda la Iglesia, de la solicitud con que el Papa Juan Pablo II se entregó a este tema tan importante, decía en un Discurso el día 3 de diciembre de 2005. Y en la Homilía de 31 de diciembre del mismo año afirmaba: “La familia siempre ha ocupado el centro de la atención de mis venerados predecesores, en particular de Juan Pablo II, que le dedicó muchas intervenciones”. Decía Benedicto XVI en su Discurso de 16 de mayo de 2008 a los participantes en un Congreso sobre la familia que “Juan Pablo II con razón es llamado también el Papa de la Familia”. En otro Discurso, pronunciado el día 11 de mayo de 2006, señalaba: “La visión que constituyó uno de los ejes de su misión y de sus reflexiones fue el plan de Dios sobre el matrimonio y la familia. Esta herencia no es simplemente un conjunto de doctrinas o de ideas; es ante todo una enseñanza dotada de una luminosa unidad sobre el sentido del amor humano y de la vida”. Y añadía: “La idea de “enseñar a amar” ya acompañó al joven sacerdote Karol Wojtyla y sucesivamente lo entusiasmó cuando, siendo un joven obispo, afrontó los difíciles momentos que siguieron a la publicación de la profética y siempre actual encíclica Humanae Vitae”.

En estas páginas se intenta presentar una visión completa de la familia cristiana con las palabras mismas de Juan Pablo II. Sin pretender ser exhaustivos y sin orden cronológico, se han agrupado en grandes temas algunas de sus enseñanzas. Con Juan Pablo II recorreremos los caminos de la Iglesia extendida por toda la tierra: la familia es el camino de la Iglesia, que diría en su Carta a las Familias. Juan Pablo II fue un verdadero Apóstol-Peregrino de la Familia y de la Vida, desde Roma a las islas más pequeñas, desde las plazas y los grandes estadios de las urbes más pobladas hasta las pequeñas poblaciones rurales de cualquier continente. Haremos, junto con él, un largo camino, que va desde el día 30 de octubre de 1978, día en que, siendo ya Papa, se reencontró con las familias por primera vez, hasta el Mensaje a la Conferencia Episcopal de Tanzania el día 11 de marzo de 2005, ya en el policlínico Gemelli, en el que nos dejó dicho que “hoy la Iglesia está llamada a dar una prioridad especial a la solicitud pastoral por la familia a causa de los cambios culturales que se están produciendo en el mundo moderno”. No podía ser otro el testamento del Papa de la Familia..  

 
 Fuente:

autorescatolicos.org

Regresar