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Familia evangelizadora |
Autor |
P. Mariano Esteban Caro |
LA EDUCACIÓN EN FAMILIA ¿QUÉ ES LA EDUCACIÓN? Es un proceso de comunión
interpersonal, de comunicación vital, una relación profunda entre
educador y educando, principalmente entre padres e hijos. La
paternidad y la maternidad suponen una interacción
real, especialmente en la madre gestante: el
vínculo con su hijo, en el interior de sus entrañas, ya tiene un
valor educativo. Los padres, al dar la vida a
sus hijos y educarlos, colaboran en la obra creadora de Dios. Son
educadores por ser padres: los primeros y principales educadores de
sus hijos. Han de transmitirles, sobre todo, el conocimiento del
hombre mismo. No sólo nociones o informaciones. “Nunca es suficiente
una formación profesional sin formación del corazón” (Benedicto XVI,
7-2-2008). LA EDUCACIÓN SE REALIZA SOBRE TODO EN LA FAMILIA La familia tiene una clara
primacía en el proceso de la educación del hombre, pues
comienza su tarea educativa por lo más elemental. La
familia es, por su naturaleza, el primer ambiente
educativo del niño. La educación de los hijos por parte de sus
padres no es sólo un derecho-deber recibido de Dios. La paternidad
responsable lleva a los padres a asumir personalmente la tarea de
educar a sus hijos y ayudarlos a madurar. Su labor educadora
inmediata es insustituible e irrenunciable.
La familia es la primera
escuela de la sociedad. Es un agente educativo fundamental por su
efecto multiplicador: se perpetúa en el tiempo. Esta proyección
multiplicada se debe a que el matrimonio y la familia están
orientados a la permanencia y al futuro. Más allá de su nivel social
o cultural, más allá de su preparación pedagógica e incluso de sus
conocimientos religiosos, la familia por sí misma, tiene un papel
insustituible en la transmisión de la fe y en la educación completa
de las nuevas generaciones. Aunque los hijos asistan a la escuela o
a la catequesis, la educación fundamental se realiza en la familia,
mediante la palabra y el ejemplo de los padres. Los niños aprenden
imitando lo que ven. LA EDUCACIÓN ES COSA DEL
CORAZÓN La familia ha de educar a sus
hijos en el amor y por medio del amor. Comunidad de vida y amor, la
familia tiene que ser una escuela permanente de amor. Los padres
cristianos que aspiren a dar a sus hijos una educación eficaz y
duradera habrán de revelarles, a través de su vivir diario, el
hombre y la mujer nuevos que quieren ser. Si su testimonio es opaco,
podrán enseñarles muchas cosas, incluso de religión, pero la
educación auténtica tendrá serias dificultades para arraigar.
El amor de los padres a sus
hijos tiene una importancia decisiva también como medio para
facilitar la educación. Será la pedagogía más completa y eficaz.
Este amor se traduce en dedicación sacrificada y constante. Implica
disponibilidad, criterios sanos y comportamientos adecuados. Un amor
siempre benigno y paciente: lo sufre todo, lo espera todo y lo
soporta todo, con tal de llevar a sus hijos a la plenitud de
humanidad revelada en Cristo. “La educación es cosa de corazón y
sólo Dios es su dueño” (San Juan Bosco), pues es de suma importancia
para el proceso educativo no sólo querer al niño y al joven, sino
también que ellos se sientan amados. Así se establecerá un clima de
confianza, que es condición indispensable para la buena marcha de la
educación. El amor de los padres a sus
hijos es, a la vez, contenido a transmitir y camino para
hacerlo. La familia tiene como especial misión custodiar,
revelar y trasmitir el amor, como reflejo de Dios, que es amor. El
deber educativo de los padres ha de estar determinado por el amor.
El Papa Francisco, en la
audiencia del 18 de agosto de 2013, decía que la
madre enseña y orienta a sus hijos, ante todo, a caminar bien en la
vida, -“por el camino justo”- para que crezcan y lleguen a ser
hombres y mujeres de bien. “Y lo hace con ternura, con afecto, con
amor. Una mamá sabe qué es importante para que un hijo camine bien
en la vida y no lo ha aprendido en los libros, sino que lo ha
aprendido del propio corazón. ¡La universidad de las mamás es su
corazón!”.
SENSIBILIDAD PEDAGÓGICA DE
LOS PADRES La tarea educativa de los hijos
consiste, sobre todo, en acompañarles en el camino hacia la madurez
integral. Los padres deben participar de verdad en la vida sus
hijos. Habrán de interesarse por sus pequeños-grandes problemas y
estar dispuestos a ayudarlos, corrigiéndolos prudentemente, pero con
la firmeza, que sea necesaria, y ofreciéndoles, a la vez, las
valoraciones y los criterios justos. Este acompañamiento hacia la
madurez debe llevarse a cabo en un clima sencillo, cercano y
familiar. Los padres no son simples enseñantes o jefes, que hacen
valer sus criterios; son siempre padres, que en muchas ocasiones se
hacen también hermanos y amigos, para ponerse a la altura de sus
hijos y así caminar con ellos. Amigo responsable, experimentado y
maduro, que ofrece metas y caminos de bien e interviene
oportunamente, señalando la dirección. Este
acompañamiento no es ciego. Los padres han de tener muy claro el
proyecto de formación para sus hijos y los pasos a dar. Por lo cual,
no sólo el corazón, también la razón debe intervenir para hacer un
proyecto realista y para evaluar constantemente si los pasos dados
van o no en la buena dirección hacia la madurez integral de sus
hijos. Hay que educar en positivo y ayudar a niños y jóvenes a
crecer desde dentro. Los padres tienen que ganar los corazones de
sus hijos para que caminen hacia el bien con alegría y seguridad,
incluso cuando hay que corregir algo. "Una buena costumbre es mas
fuerte que una ley" (Eurípides). Todos estos proyectos, métodos
y criterios educativos tienen una base: los padres han de estar
convencidos personalmente de que en cualquiera de sus hijos hay
numerosas energías de bien, que, si se cultivan inteligentemente y
con el corazón, pueden llevarlos a la madurez humana y cristiana
de fe y honradez.
EL DIÁLOGO EDUCATIVO EN LA
FAMILIA Hay que destacar la importancia
del coloquio y del trato personal. Coloquio y diálogo, al que los
padres, más que nadie, han de estar dispuestos
siempre. Incluso provocándolo ellos mismos. Los padres en muchas
ocasiones habrán de adelantarse y sugerir inteligentemente, sin
anular la espontaneidad de los hijos. El amor de los padres es
entrega generosa y disponibilidad total para el diálogo, que no es
un fin en sí mismo. No se trata de hablar por hablar.
En el clima familiar es posible
entablar un diálogo espontáneo y abierto, que exigirá, ante todo,
acogida y escucha mutua. Los padres nunca han de plantearlo como un
examen o una rendición de cuentas. El diálogo amigable de los padres
con sus hijos no puede quedarse en la superficialidad de las cosas,
sino que debe tender a formar unas personalidades
ricas humana y cristianamente. La labor educativa implica la
libertad, pero exige también la autoridad. “Cuando los jóvenes y
adolescente se sienten respetados y tomados en serio en su libertad,
a pesar de su inconstancia y fragilidad, se muestran dispuestos a
dejarse interpelar por propuestas exigentes; más aún, se sienten
atraídos y a menudo fascinados por ellas”(Benedicto XVI, 11-6-2007).
Incluso con relación a la fe, que nunca debe darse por supuesta,
pero que tampoco hay que imponer, sino proponer.
EDUCACIÓN Y MEDIOS DE
COMUNICACIÓN SOCIAL Con frecuencia las familias se
descargan de sus responsabilidades educativas, encontrando una
niñera electrónica en la televisión, casi sustituida en la
actualidad por redes sociales, juegos online, videoconsolas, play,
tablets, smartphones (wasap) y servicios como Netflix. Pero a
diferencia de lo que ocurría con el viejo televisor, los padres de
hoy ven en estos dispositivos un aporte positivo a la educación de
sus hijos. Pueden enriquecer a la familia, pero también causar daño
si aísla a sus miembros en su mundo, eliminando las
relaciones personales o provocando adicciones digitales. U
otros males peores (ciberacosos etc). Los padres deberán controlar
el uso de estos medios, incluso apagarlos, si hay algún peligro o
mejores cosas que hacer, por consideración a otros miembros de la
familia o cuando la visión indiscriminada resulta perjudicial.
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Fuente: | autorescatolicos.org |
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