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“Mis padres no me quieren sacerdote”
Autor
Padre Fernando Pascual L.C.

 

En el cielo están inquietos. Varios ángeles han llegado con mensajes dramáticos de jóvenes que no encuentran el apoyo de sus padres a la hora de seguir la vocación de Dios al sacerdocio o a la vida consagrada.

“¿Por qué, Dios mío, mis padres no quieren que sea sacerdote?” “Mi madre me ha dicho furiosa que no desea saber nada de mi vocación”. “Ayúdame, Jesús, a encontrar fuerzas para hacer lo que Dios quiere de mí”. “¿Cómo puedo decirle a mis padres que Dios me quiere carmelita?”

Hay revoloteo de alas, prisas, llamadas de emergencia. Querubines y serafines buscan en los archivos las mejores respuestas dadas en los últimos 300 años. Pero un arcángel muy experimentado, con su sabiduría milenaria, ha dicho la palabra definitiva: “A nuevas situaciones nuevas respuestas: hemos de elaborar mensajes adecuados a los tiempos modernos”.

Por fin, reina la calma en el departamento “vocaciones para el nuevo milenio”. Los ángeles, sin palabras (se comunican directamente, de espíritu a espíritu) han preparado varios mensajes. Con la aprobación celestial, según las indicaciones de la supervisión divina, bajan a la tierra los primeros mensajes.

“Mensaje urgente a Manuel. Dios esté contigo.
No temas la oposición de tus padres. Si el Señor te ha sugerido que te quiere sacerdote no va a dejarte abandonado precisamente ahora, cuando más lo necesitas.
Lo primero que te recomendamos es que sigas en oración. ¿No recuerdas que Dios te había escogido allí, ante el Sagrario? Vuelve con Jesús y dile lo que pasa en tu familia. Explícale lo que tú dijiste, el enfado de tu padre, las lágrimas de tu madre. Reza mucho por tus padres. Ellos están convencidos de que te quieren, y no se dan cuenta de lo absurdo de sus miedos ante tu vocación.
Necesitan descubrir que el regalo más hermoso que Dios puede ofrecer a una familia es invitar a uno de sus hijos a ser sacerdote. Necesitan recordar que el hijo no es propiedad de nadie, sino de Dios.
Porque tu padre y tu madre se amaban, Dios les regaló tu vida. Ahora Dios les está dando un nuevo regalo: ¡un hijo sacerdote! Pero no se dan cuenta, o no quieren ver, lo hermosa que es una vida entregada a los demás. Ni lo maravilloso que es ver que un día tú dirás las palabras de Jesús: Esto es mi cuerpo... Esta es mi sangre... Tus pecados están perdonados...
No tengas miedo. Confía, reza, ama. Hay tormentas que pueden durar semanas, meses o años. Pero si estás junto a Dios, nada te pasará.
De parte de Dios, Gabriel”.

“Mensaje especial a Miriam.
Dios te manda su bendición. Quiere darte fuerzas para cuando llegue el momento de ir a hablar con tus padres. Quiere decirte que te ama mucho, y que te toca a ti hacer descubrir esta verdad a papá y mamá.
Sabes que para ellos tú lo eres todo: la única hija ocupa un lugar muy grande en los corazones de sus padres. Pero por eso mismo Dios te ha invitado a ser una chica privilegiada, consagrada a Dios para toda la vida.
Verás llorar a tu madre, verás una cara muy seria, dramática, en tu padre. Confía: ¿no será Dios tu Esposo? ¿No está cerca de ti María, la Madre de Jesús y la Madre de todas las vocaciones? No dejes de rezar mucho, no dejes de pedir ayuda a un sacerdote experimentado y prudente, no dejes de mirar al cielo.
Dios te quiere mucho, y quiere mucho a sus padres. Vamos a ayudarles a comprender que la vocación de una hija es un regalo estupendo. Ya querrían muchos otros padres de familia tener un hijo sacerdote o una hija religiosa. Los tuyos tienen que madurar, tienen que crecer en la fe.
Salve, y sigue cerca de Dios”.

“Mensaje al Sr. Francisco.
Dios te bendice con cariño. Especialmente, Dios te bendice con la vocación de tu hijo Carlos, que te acaba de pedir permiso para ir al seminario. Sé que lo amas mucho, sé que soñabas otra cosa para él. Pero, de verdad, si abres los ojos, si tienes un corazón de padre bueno, sentirás cada día una alegría mayor, porque verás a Carlos entre los seres humanos más felices de la tierra.
Es cierto que no te dará nietos según la carne, pero sí miles y miles de nietos en el espíritu. ¿Ves esa multitud de niños bulliciosos junto al sacerdote en la misa de 11? Un día estarán alrededor de Carlos, y, en cierto modo, también alrededor de ti.
¿Que hoy la vida del sacerdote es muy difícil, que muchos despreciarán a tu hijo, que habrá quien lo calumnie y lo persiga? Pues, la verdad, deberías de sentir orgullo en vez de pena: ¡qué privilegio ser padre de un hijo que imita tan de cerca a Jesucristo!
¿Que es mejor un hijo que sea un buen abogado y no un hijo que sea un mal sacerdote? Pues muchísimo mejor será un hijo buen sacerdote que un hijo mal abogado.
No te imaginas la paz que Carlos ofrecerá a los moribundos, la ayuda que dará a los novios, la esperanza que distribuirá entre los ancianos, las ayudas que repartirá entre los pobres, la sonrisa que dibujará en los niños cuando empiece a decirles que Jesús les ama.
Sr. Francisco, de verdad, en el cielo eres envidiado. Y en la tierra, sin que ellos lo sepan, sin que tú te des cuenta, miles de personas esperan que apoyes a Carlos, que le acompañes en el camino de su vocación sacerdotal.
Entonces sí que podrás decir a tu mujer que Dios os ha bendecido como a ninguna otra familia del mundo, que la amas mucho porque tú y ella habéis sido generosos, porque tendréis ante Dios a un hijo sacerdote para siempre.
Que Dios siga contigo. Y que María, que también sabe lo que significa ver a un Hijo que camina entre críticas y sustos, te conceda la gracia de ser padre feliz de un hijo sacerdote, es decir, de un hijo hecho pan fresco para ser repartido entre los hombres hambrientos de esperanza”.
 
 Fuente:

 autorescatolicos.org

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